Travesía compartida con la incansable pluma de Mario Vargas Llosa.

La vorágine de los primeros días del semestre académico me ha impedido hasta el momento celebrar adecuadamente el justo reconocimiento dado a Mario Vargas Llosa por la Academia Sueca, apenas iniciado el mes de octubre.
Esta obligación que me he impuesto emerge de la pasión surgida en mi adolescencia por los escritores latinoamericanos, en donde los protagonistas son Vargas Llosa, García Márquez, Julio Cortázar y otros. A partir de una nueva imaginería, ellos echaron por tierra tiempos, espacios, realidades y lenguaje, como eran concebidos por la llamada "buena literatura", retumbando en el mundo literario en la década de los años 70.
Tildado por aquellos que creen en ismos como movimiento y apodado como el "boom latinoamericano", la producción de estos jóvenes escritores representa un acontecimiento emergente en el mundo literario que usa la lengua de Cervantes de manera controversial. El resultado de ello es una letra nacida del mestizaje, del desenfado, de la ruptura y la policromía de un continente joven, vivo y bullente que no podía seguir callado o disfrazado de inglés o francés- y que me perdone Borges.
Esa estrecha relación que voy construyendo con los escritores latinoamericanos matiza algunas de las decisiones tomadas a la luz de una lámpara y al amparo de las páginas de sus libros. De esta manera, la Ciudad y los Perros, Cien años de soledad, la Casa Verde, Rayuela y otras dirigen mis pasos a la Escuela de Letras de la UCV. Allí compartí durante dos años con Adriano, Balza, Gramcko y otros más, quienes no solo alimentaron esa emoción, sino que la volvieron disciplina y entendimiento.
Corrían finales de los años 70 cuando ocurre mi primer encuentro con Mario a través de la Ciudad y los Perros. Esta premiada novela impactó en forma brusca mi ánimo juvenil desde la violencia, los prejuicios, la desmedida disciplina y la complicidad en las cuales se ven envueltos los personajes. Luego es la Casa Verde misteriosa y pecadora me muestra un mundo nuevo y mágico. Sin embargo son otras las obras que se constituyen en mis preferidas, pues ante la crónica radial que presenta en la Tía Julia y el Escribidor o el ejercicio temporal de La Guerra del Fin del Mundo, se revela ante mis ojos un escritor laborioso, disciplinado y aventurero que juega con la palabra, con el tiempo, con los modos de narrar. Así construyo la imagen de MVLL que perdura en mi memoria como hacendoso artesano del discurso.
Confieso que no lo he leído en mucho tiempo esa fructífera obra novelística que se acrecienta al igual que sus años, no obstante he seguido algunos de sus artículos de prensa, escritos, y ensayos controversiales. Ha usado su verbo para involucrarse en la cotidiana y convulsiva realidad política latinoamericana, alentando polémicas y enfrentamientos. Si hay algo que no podemos criticar de él es que su frontalidad, su mordacidad. No se ha escondido, no ha edulcorado nada.
Deseo hacer referencia a un artículo aparecido en el Diario el Mundo de España en donde aparece el comentario realizado por el novelista mexicano Pedro Ángel Palou quien responde expresa en un correo electrónico su parecer ante el nobel 2010. Señala que: “Han corrido muchos años desde que Gabo obtuviera el Nobel. Las quinielas no pasaban por América Latina. Hoy lo obtiene Marito, quien ha hecho de la novela como género una filosofía y ha escrito, al menos, dos de las más grandes novelas de la lengua española, ‘Conversación en la Catedral’ y ‘La guerra del fin del mundo’. Mientras Gabo se repitió hasta el silencio Vargas Llosa siguió experimentando: hoy es un escritor joven, vivo, indispensable”. Está claro ¿verdad?
De esta opinión deseo destacar por un lado, la cadena de amores y odios sin medias tintas que esas dos figuras han generado. Algunos no perdonan el puño levantado contra Gabriel y hacen partícipes a ambos de una rivalidad cultivada por terceros, en donde imperan las comparaciones literarias y personales, aunque para mí son únicos e incomparables. Sin embargo, como aspecto fundamental a comentar de las palabras de Palou quiero señalar la caracterización que éste hace de un septuagenario Vargas Llosa a modo de pensador actual, vital y en plena producción.
Sirva este premio otorgado a MVLL para retomar su lectura y disfrutar nuevamente con obras como La fiesta del Chivo (2000), El Paraíso en la otra esquina (2003) o Travesura de una Niña Mala (2006. Ver adelanto en http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/vargasllosa/travesuras_adelanto.pdf); y por supuesto a la espera de El Sueño del Celta para noviembre de este año.
Muchos son sus seguidores y otros tantos sus detractores, pero Roma bien vale una misa. Es nuestro, es latinoamericano, ha sido un intelectual incansable que hoy nos llena de orgullo. Yo lo celebro.
Los invito a visitar la página http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/vargasllosa/index.htm

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