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Aquí de vuelta.

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  Aquí de vuelta. Pareciera que han pasado mil años, que se ha surcado el horizonte entero, que se han transitado todos los caminos, pero simplemente se ha vivido. ¿Les ha pasado que el dolor, la expectativa y las añoranzas no les dejan respirar? Allí pareciera que cualquier otro esfuerzo no vale la pena. Quizás sea dramático decirlo así, pero todos mis sentidos y pensamientos se centraron en un solo propósito. Nada mas tenía sentido. ¿Era una postura sana? seguramente que no pero así lo viví y es solo siete años después que me puedo detener para ver lo caminado, lo vivido, lo sentido, lo amado. Fue hermoso, doloroso y lleno de sorpresas. Esa es mi escusa para irme. Esa es mi escusa para estar escondida sin querer afrontar. Y esa es mi escusa para volver. Mi corazón estaba ocupado añorando y deseando. No había lugar para más.  Durante ese tiempo trabaje y soñé. Me alimenté y soñé. Seguí soñando y soñando hasta que el sueño se cumplió.  Fueron mayores las expectativas que la realidad cu

Aventura iniciada...Aventura realizada.

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Recuerdo una hermosa película, La Casa del Lago, donde un arquitecto y una doctora representados por la inefable Bullock y el guapo Keenu viven una especie de disrupcion temporal que propicia encuentros y desencuentros amorosos llenos de momentos memorables. Uno de ellos viene a mi encuentro en este momento que una parte de mí está allende el gran mar demostrando que el tiempo y el espacio no existen. Se tratan de un paseo a emblemáticos lugares compartido por los protagonistas a través de una misiva. Hoy logre vivir una situación parecida pues pude compartir gracias a un celular unas calles, manojos de flores cayendo del cielo,  banderines de colores en ventanas y postigos, la taberna de la esquina, las vecinas murmurando quién sabe que evento, el paseante detenido por un celular, unas calles interminables limpias y ordenadas que evocan otras épocas ajenas al continente joven. Calles madrileñas que la nueva paseante buscó en su primera aventura para compartir conmigo a casi v

Un 4 de junio de hace tanto tiempo

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Hace ya bastante tiempo comencé un ejercicio interno para detener escenas, sentimientos y eventos. Quizás tenia diez u once años y me recuerdo en las piernas de mi abuelo, Hector Ortega Lima, tratando de no perder detalle de la situación, avida cuenta que ya era de mi conocimiento que mi "viejo" estaba enfermo. Mi mente no comprendía todavía la magnitud de la situación pero si intuía que este momento junto a su corazón, abrazándo y queriéndo estaban por terminar. Veía a mi hermano Hector, jugando a sus pies, tranquilo, sin prisas y no entendia porque mi corazón y mi mente hacia esfuerzos por retener palabras, sonidos, colores y sentidos que sabia que iba a necesitar en un futuro próximo. Todo cobró sentido meses mas tarde al irse mi abuelo al oncologico Razzeti y luego morir un 4 de junio de hace 48 años. Nunca en todos estos años he hablado en profundidad de este hombre, apenas quizás alguna referencia al voleo. Hoy, dia en que lo recuerdo quiero celebrar su vida y n

Mundo detenido. Mundo vivido.

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Dos mil doce, trece, catorce y quince sin escribir. No se trata de contar, no se trata de enunciar, no se trata de lamentar. Se trata de celebrar un tiempo que va hacia atras por mas de siete años y que se profundiza estos últimos dos en donde la vida puso a prueba mis fuerzas ante las decisiones, separaciones y encuentros que mis hijas pusieron en mi camino. Y un cuerpo que gritó en demanda de una atención que yo no deseaba oir. Durante esos ocho años mis hijas, centro de mi vida simplemente vivieron y yo con ellas. Vivir que se hizo unidad en mi hija mayor quien me regalo un poquito de esa vida al compartir día a día con ella, sus hermosas hijas, mis nietas y su esposo, hasta que hace menos de quince lunas abrio sus alas para volar. Quizas, otra persona pudiera decir que ante la actual soledad, se abre la verdadera dimensión de la oportunidad vivida; yo no, porque atesore cada momento, cada abrazo, cada beso, cada canción, cada mimo en la seguridad que tarde o temprano la distan

LA GRAN ELENA, PERO NO LA DE TROYA.

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Pocos seres han pasado por mi vida dejando una huella tan profunda en mi alma, como lo hizo Elena, o mejor HELENA TEPEDINO, la gran dama caripera trasplantada a la cuna del Mariscal Sucre. Nunca fue mi profesora, pero si mi amiga, confidente, colaboradora, madrina de promoción y cómplice perfecta para cualquier sarao cultural, artístico y de amigos. La conocí en mi época de estudiante en la UNA. Ella académica del área de lengua, aderezaba sus asesorías con la intuición desarrollada en su otra carrera la psicología y la distinción heredada de la familia y la cultura. Hoy con orgullo y alegría, las profesoras Eukaris de Abreu, Mercedes Fernández y yo, despedimos su cercanía, su compañía, en estos lares cumaneses ante el obligado traslado a la perla del Caribe junto a sus amores de siempre: su madre, hermana, hija y nieta. Merecido reposo de esta guerrera que todavía no cuelga los guantes y comparte su tiempo entre amores, saberes, inmuebles, arte, amigos y compromiso político. E

CON SU PERMISO, PERO LUEGO DE UN AÑO: NO HAGO SINO EXTRAÑAR.

Hace 11 meses escribí unas palabras que definían mis añoranzas ante la ausencia de mi padre. Hoy al estar por cumplirse los primeros 12 meses de su partida, leo y releo mi propia expresión y encuentro que el tiempo paralizado me devuelve la misma soledad, la misma expectativa, los mismos sentimientos arropando mi alma. Pareciera que no ha pasado el tiempo, pero irremediablemente si lo ha hecho brindándome el regalo de tu pluma, permitiendo que se escape la cercanía familiar que tu soñaste y haciéndonos revisar errores y desaciertos. Sin embargo, la presencia sentida de tu compañía sigue a mi lado, silenciosamente. En conclusión sigo extrañándote.  No se si pasará, no se si se trasmutará, no se si la bruma en mi cabeza te llevará algún día, pero estas aquí en mi corazón, hoy y mañana. Estas en mis ojos como esas luces que al cerrar los parpados semejan hilos o relámpagos que aparecen solo un instante. Estas en mi propia voz al darle la bendición a los muchachos. Todavía no encuentr

DÍA DE LAS MADRES: HUELLAS Y SONIDOS QUE TEJEN RECUERDOS.

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Había una vez un rey, había una vez un rey, muriendo de tristeza, por no poder tener los besos y el querer de una linda princesa  y un lindo ruiseñor y un lindo ruiseñor que todas las mañanas; cantaba una canción cantaba una canción al pie de su ventana. Ruiseñor, ruiseñor de mi amor, que vienes cada mañana hasta el pie de mi ventana a alegrar mi corazón; ruiseñor, ruiseñor de mi amor anda y dile que la quiero que por ella yo me muerto que es mi única ilusión. Una voz y un recuerdo  impreso en mi alma. La voz de mi madre joven y alegre, limpiando y haciendo mil tareas en fin de semana. Haciendo de la noche día en el poco tiempo que le dejaba su trabajo. Una voz que me acompaña a dormir en mi niñez. Una voz que me lee el Doctor Zhivago alimentando la pasión que hoy vuelta ímpetu llena mi vida. Una voz que emulando a Sarita Montiel da vida a la Violetera o al Último Cuplé. Una voz atrapada en el tiempo. Una mano que me llevo a conocer el mar, que a pasar de los