Aventura iniciada...Aventura realizada.





Recuerdo una hermosa película, La Casa del Lago, donde un arquitecto y una doctora representados por la inefable Bullock y el guapo Keenu viven una especie de disrupcion temporal que propicia encuentros y desencuentros amorosos llenos de momentos memorables. Uno de ellos viene a mi encuentro en este momento que una parte de mí está allende el gran mar demostrando que el tiempo y el espacio no existen. Se tratan de un paseo a emblemáticos lugares compartido por los protagonistas a través de una misiva.
Hoy logre vivir una situación parecida pues pude compartir gracias a un celular unas calles, manojos de flores cayendo del cielo,  banderines de colores en ventanas y postigos, la taberna de la esquina, las vecinas murmurando quién sabe que evento, el paseante detenido por un celular, unas calles interminables limpias y ordenadas que evocan otras épocas ajenas al continente joven. Calles madrileñas que la nueva paseante buscó en su primera aventura para compartir conmigo a casi veinte años luz de distancia.  Primera aventura, primera travesura como mujer libre del miedo en el cual creció, libre del temor a la que fue sometida durante largo tiempo que no le permitía soñar mas allá de sobrevivir.
Son pocas las imagenes compartidas y no de la calidad acostumbrada de mi fotografa aventurera, pero el ojo entrenado y ese no se qué algunos lo llaman intuición, otros simple creación permitieron que hoy sin quererlo se convirtiera en un paseo compartido de distancias y tiempos, de amores y compañia. La inmensa alegría del regalo recibido y apenas empañado por unas pocas lágrimas, lo reconozco, me acompañó todo el día como aquella carta encontrada por esa doctora que en cada lugar visitado encontró una parte del espíritu del arquitecto.
No es fácil lidear con una distancia que se agranda y se achica a voluntad en la medida que una computadora se abre para dar paso a tres sonrisas, sin embargo, imágenes y momentos de complicidad como estos, aunque cosquillean el alma representan la verdadera distancia que se construye con años de amor compartido, aventuras y confidencias.
Solo queda esperar que sujeta la mano que deje libre la cámara pueda recorrer esos adoquines, cruzar esa esquina, caminar bajo el amparo de los manojos floridos y quizás encontrar a las mismas vecinas cotorreando. Eso sí y como ha sido prometido entrar a cualquier taberna o café para sentarnos a vivir lo que no hemos vivido antes, pero ahora juntas y felices.

Mientras tanto AVENTURA REALIZADA hija mía.

Comentarios

Entradas populares de este blog

DÍA DE LAS MADRES: HUELLAS Y SONIDOS QUE TEJEN RECUERDOS.

El Diablo de Cumaná.- O de como hacer un homenaje a una leyenda viva de nuestro Estado Sucre.

Aquí de vuelta.